Entonces tocó decidir lo más difícil.

¿Como se moverían através de aquel tablero?


¿Cuales serían los movimientos adecuados?

¿Acaso instaurar los mismos movimientos para todos, dejando que todas las piezas fueran iguales?

¿O hacer que cada uno muestre un movimiento característico, único, que lo defina de manera inequívoca?



lunes, 19 de septiembre de 2011

Rey

Una nueva batalla tenía lugar, en la interminable guerra blanquinegra. En lo alto de una de las torres negras, el rey enrocado observaba...



Perdida en el horizonte, la mirada ausente vagaba por los campos de batalla donde las vidas de tantos se habían perdido. Como otras veces, se preguntó que sentido tenía todo, el porqué de tanta lucha. Todos habían luchado, peleado y muerto en su nombre, para que a él no le pasase nada. ¿Merecían la pena tantas vidas a cambo de la suya propia?¿Era él un ser por el que mereciera la pena luchar y morir? Esa idea penetró en su mente; pequeño intruso que va sembrando la duda.


Pudiera ser que fuera la personificación de una idea, el contenido de todos los sueños, anhelos y esperanzas de aquellos que luchaban. Observó a los peones, avanzando sin descanso hacia lo que era probable que fuera una muerte segura, engañados por la promesa de que si llegabas al final del tablero podías convertirte en lo que quisieras ( lo que nadie les contaba, es que eran muy pocos los que lo conseguían en proporción a todos los que perecían por el camino).


Los caballos, sin embargo, vagaban erráticamente por el tablero, caracoleando e intentando demostrar que estaban por encima de la chusma de los peones, pero sin ningún resultado aparente. Vio como los alfiles intentaban pillar a los otros por sorpresa, con sus taimados movimientos. Siempre recurrían al camino más largo para llegar a su objetivo.


Y vio a su mujer, moverse sin descanso de un lado a otro, animando, apoyando, luchando, alentando a todos...


Todos luchaban, se apoyaban y defendían entre ellos, protegiéndose de posibles amenazas del enemigo, bailando un secreto baile que, de tantas veces ensayado, no hacía falta explicitar. Eso era lo que habían echo siempre y eso es lo que seguirían haciendo, estuviera quien estuviera en el trono.


De repente, se sintió muy pequeño, allá en su torre, muy vulnerable y débil y, sobre todo , muy solo.


Muchos podían haber luchado en su nombre, pero ninguno por su persona. Solo hay otro que siente lo mismo que yo, pensó. El problema es que es mi peor enemigo.


Le llegaron noticias de que el rey blanco había sido derrotado. Nunca una victoria le había parecido tan amarga.

1 comentario:

  1. Te felicito por la idea de enfocar el ajedrez desde la literatura, me servirá para promocionarlo en escuelas
    Muchos éxitos!!!

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